Eleonora Badilla Saxe
Mauro Fernández Le Capellain murió hace cien años, a finales de 1922 a los 44 años dejando una joven viuda, Dolores Rita Rosalía (Lolita) Luján Fernández con quien se había casado ocho años antes. Lolita (Malú para la familia) era su prima, por lo que tuvieron que pedir dispensa en la Curia para casarse. Él ya era padre de Luis quien había sido acogido por una familia conocida en San José y de Elliette Fernández Venegas a quien había procreado con Élida Venegas Araya. Durante el matrimonio con Lolita nacieron cuatro hijas y un hijo más: Yontá y Zulai (como los protagonistas del libro escrito por su hermana María), Ligia, Thelma y Mauro Fernández Luján. Quedaron así cinco niñas y un niño en plena infancia, huérfanos del padre y proveedor.
Hijo de Mauro Fernández Acuña, el Reformador de la Educación y de Ada Le Capellain, se formó como médico en la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos y a su regreso a Costa Rica se instaló en Guápiles como el doctor del pueblo. Vivió en la Costa Rica liberal y se vio influenciado por los signos de su tiempo. La nueva Constitución Política de 1871 había incluido una nueva de la organización social: nuevos códigos penales, civiles y fiscales, el matrimonio civil y el divorcio, el registro de nacimientos y defunciones, se hicieron cambios en el sistema de salud y se abolió la pena de muerte. En el ámbito económico, se establecieron bancos de capital nacional y se construyeron ferrocarriles a ambas costas. Más aún, el Dr. Fernández Le Capellain vivió inmerso en la visión democratizadora de la educación pública, secular, gratuita y obligatoria, promovida por su padre. Fue testigo de cómo el plan educativo de su padre logró que Costa Rica pasara para inicios del siglo XX, de tener 62 escuelas públicas a las que asistían 3.543 niños de 5 a 14 años, a contar con 369 escuelas con 30.998 estudiantes, la mayor parte provenientes de familias artesanas y jornaleras. En el pensamiento de la familia Fernández Le Capellain siempre estuvieron los sectores menos favorecidos de la sociedad y a ellos es que se les ofrece la posibilidad de ejerecer el derecho a la educación, incluyendo la educación secundaria por lo que en esa época nacen el Liceo de Costa Rica, el Colegio Superior de Señoritas y el Instituto de Alajuela. Precisamente el Dr. Fernández Le Capellain hizo sus estudios secundarios en el Liceo de Costa Rica, fundado por su padre.
Se desempeñó como Director Asistente de la Comisión Internacional de Sanidad del país y un testimonio que dejó por escrito, revela su calidad humana y profesional y nos permite visualizar las contribuciones que hubiese hecho a la sociedad costarricense, de haber vivido más años.
Se trata de una carta que dirigió en 1913 al Presidente de la República Don Ricardo Jiménez y que se publicó en La Información. Se quejaba enérgicamente de la forma en que eran tratados los peones de la Compañía United Fruit Company en Línea Vieja.
Transcribiré sus palabras exactas para que podamos apreciar la razón de su indignación y protesta.
Le dice el Dr. Fernández Le Capellain al Presidente Jiménez: “Como usted se debe imaginar Sr. Presidente, a estas regiones malsanas viene una cantidad inmensa de peones en busca de trabajo y bien comprenderá usted que la mayor parte de ellos son del grupo de los que forman el surplus social: pobres llenos de necesidades y con el objeto único de cambiar el sudor de sus frentes por un puñado de monedas para enfrentarse ante la lucha de la existencia.
“Pues bien Señor Presidente, esos peones, esos empleados de la poderosa compañía que hoy saca pingües ganancias de nuestros suelos; esos hombres que vienen a jugarse su vida en estos climas a cambio de un miserable salario son tratados muy malamente por la poderosa compañía a la cual no titubeo en acusar de explotadora de nuestra clase proletaria, la United Fruit cobra a todos sus peones un tanto por ciento de sus salarios para servicio de hospitales y esos trabajadores no tienen ni hospital ni médico de la compañía, que pueda atenderlos en caso de necesidad.
“El médico más cercano de la compañía se encuentra a 60 millas de aquí. Los peones de esta compañía, en caso de necesidad, tienen que venir a mí, después pagar sus medicinas; o bien acuden a los curanderos y pagan precios fabulosos por medicinas de patente o menjurjes de cualquier ignorante. ¿Es eso justo? ¿Es posible permitir en plena República tal abuso? Yo he asistido, Señor Presidente a muchos de esos peones, algunos porque sus parientes han solicitado mis servicios.
“En esos casos nunca he cobrado honorarios porque conozco muy de cerca la condición de esa clase social; en otras ocasiones he sido llamado por jefes de Departamento de la misma compañía para asistir a empleados de baja categoría, y asómbrese Usted Señor Presidente, al pasar a la compañía la cuenta por mis servicios, me salen siempre con grandes subterfugios, y no quieren pagarlos. Es decir, a un médico del pueblo lo llaman a prestar sus servicios, y después no le pagan, y a los miserables peones les quitan un tanto de sus salarios para hospital y para médico, sin tener uno ni lo otro en esta región.
Yo protesto enérgicamente ante usted Señor Presidente, de la manera en que la United Fuit Co. explota a sus peones, a nuestros conciudadanos y si menciono lo que han hecho conmigo es únicamente para que usted lo sepa, pues yo bien comprendo que son los Tribunales de Justicia los que tendrían que conocer en este asunto, pero sí le ruego que usted como Jefe de la Nación, haga algo por esos miserables peones; o se obliga a la compañía a darles un buen servicio médico o se les prohíbe en absoluto que se les cobre un impuesto que en este caso es casi una estafa.
“La clase proletaria que trabaja en la United Fruit Co. agradecería más a usted ese paso que lo que puedo yo agradecer a los tribunales el día que hagan pagar a esa compañía lo que me adeuda por mis servicios…”
Recupero su memoria y su historia porque hubiese vivido más tiempo, estoy segura de que Dr. Fernández Le Capellain habría llegado a ser Secretario de Sanidad y nos hubiera legado un ejemplo de funcionario público formado con excelencia, respetable, honesto y comprometido con las poblaciones más vulnerables.
Merece ser reconocido.
Publicado en https://www.larevista.cr/eleonora-badilla-saxe-a-mauro-fernandez-le-capellain-in-memorian