Eleonora Badilla Saxe.
El pasado 10 de setiembre el corresponsal del Boston Globe, Scott Kirsner, publicó en ese diario un artículo titulado: Las mayores contribuciones del MIT en los últimos 25 años, no son lo que te imaginas.
Dice Kirsner que los cuatro aportes del MIT (por las siglas en inglés del Instituto Tecnológico de Massachusetts) que más han influenciado el cambio social en los últimos 25 años no se refieren a drogas, software, patentes o nuevas empresas (startups). Se refieren en cambio a cuatro programas que acercan a niños, niñas y adolescentes y les hacen entusiasmarse por actividades relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, conocidas como STEM (por sus siglas en inglés), de la mano de tres investigadores: Mitchel Resnick, Neil Gershenfeld, y Woodie Flowers, (quien murió en 2019).
Mitchel Resnick tiene una larga relación con Costa Rica. Vino por primera vez al país en 1989 como parte del equipo del Dr. Seymour Papert para colaborar con el diseño y puesta en marcha de un programa, pionero en la época, de uso de tecnologías digitales en la educación. Al contrario de todo lo que sucedía en el mundo en ese momento, pero de acuerdo con los más reconocidos aportes de la epistemología, la psicología y la pedagogía, las nuevísimas herramientas digitales no se pusieron en manos de adolescentes en la educación secundaria sino, en un paso arriesgado, se llevaron al II Ciclo de la educación primaria, en escuelas públicas en zonas rurales y urbanas vulnerables. La visión construccionista de dicho programa no se refería al estudio y evaluación de las computadoras en sí mismas como una materia que debía aprenderse y podía evaluarse, sino que respondía a un objetivo mucho más estratégico: el desarrollo de la creatividad, el pensamiento computacional y lógico. Resnick continuó apoyando, ininterrumpidamente los esfuerzos del país por 35 años. Los primeros esfuerzos se realizaron con el lenguaje de programación Logo, y los equipos LEGOLogo que contaban con los primeros ladrillos programables que facultaban a estudiantes a crear criaturas con una conducta específica. Es sus diversas visitas al país, Resnick ayudó con el aprendizaje de docentes de los programas de programación Logo, LEGOLogo y posteriormente Scratch, que se utiliza aún en muchas instituciones educativas nacionales.
Por su parte, el Computer Clubhouse, centros comunitarios internacionales dirigidos a adolescentes para la promoción de la creatividad y el pensamiento con uso de tecnologías digitales, también es una propuesta de Resnick y, con el patrocinio de Intel, en Costa Rica tuvimos al menos 4 Computer Cluhhouses, y posiblemente alguno aún continúe recibiendo adolescentes para permitirles crear y programar.
Estos dos programas (Scratch y el Computer Clubhouse) son mencionados por Kirsen en su artículo, como dos de los cuatro aportes fundamentales del MIT en los últimos 25 años a la sociedad actual.
La última vez que Resnick estuvo en el país fue en marzo de 2023, justo antes de que se rompieran los lazos con la Fundación Omar Dengo y la visión del uso de tecnologías en la educación sufriera un cambio del desarrollo de la creatividad y el pensamiento, a un propósito más utilitario. En esa ocasión él vino a presentar el último desarrollo de Scratch: el OctoStudio, una aplicación para teléfonos celulares.
El tercer programa que menciona Kirsen son los FabLabs, o laboratorios de fabricación personal, que desarrolló el investigador Neil Gershenfeld en 2001, desde su grupo de investigación llamado “Cómo fabricar (casi) cualquier cosa.” La propuesta de Gershenfeld es que estos FabLabs puedan diseñarse con tecnologías accesibles como tarjetas para prototipar, software libre o gratuito y una gran cantidad de elementos electrónicos y de construcción, de manera que la fabricación digital esté en manos de todas las personas, incluyendo niños, niñas y adolescentes. El primer Fab Lab fuera del Laboratorio de Medios, se instaló en el año 2002 en Costa Rica, en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), de la mano del investigador Bakhtiar Mikhak del grupo de investigación de Gershenfeld, y gracias al patrocinio del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas INCAE. Creo que esta fue una idea que se adelantó demasiado a su tiempo, por lo que es difícil aquilatar el impacto que pudo haber tenido ese Fab Lab en particular, aunque algunos otros se han instalado desde entonces en el país, cuyos efectos positivos sí podemos constatar.
El cuarto aporte que destaca Kirsen son las primeras Competencias de Robótica, propuestas por Flowers en 1989, luego de muchos años de ser profesor de esta disciplina en el MIT y de comprobar los beneficios en el aprendizaje que traían dichas competencias. Si bien es cierto, en Costa Rica no tuvimos una influencia directa del Flowers también lo es que nuestra larga historia de programación con Logo, LEGOLogo, y Scratch, así como los laboratorios de fabricación personal con que contamos, han preparado a estudiantes costarricenses no solamente a participar, sino también a cosechar éxitos en las competencias de robótica internacionales.
Los aprendizajes y el desarrollo de la creatividad y el pensamiento que se logran con estas propuestas de uso de tecnologías digitales en la educación, trascienden por mucho los contenidos de materias que se incluyen en los planes de estudio tradicionales. Además, el enfoque pedagógico construccionista apunta a atender las necesidades afectivas y cognitivas de las nuevas generaciones, que deben prepararse para poder navegar, sin sucumbir, en el mundo incierto que desde ya estamos enfrentando.
Creo que si para el futuro próximo se visualizan acciones para recuperar el estado de la educación en el país, y más aún para enrumbarla hacia un horizonte más pertinente, es importante recobrar las relaciones académicas internacionales con las que hemos contado y optar, en el caso de las tecnologías digitales por un abordaje construccionista, que esté en sintonía con la política educativa vigente.
Publicado en https://www.larevista.cr/eleonora-badilla-saxe-las-mayores-contribuciones-del-mit-en-los-ultimos-25-anos/