Eleonora Badilla Saxe
LA TECNOLOGÍA QUE CREA HISTORIAS La irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestros diversos quehaceres ha tomado a la humanidad en general desprevenida sobre los impactantes efectos que tiene en la vida cotidiana. Se trata de una tecnología que no tiene pre-cedentes en la historia. Aun las que conocemos como más potentes hasta el momento, no tienen la “inteligencia” que tiene esta. En 2023 el historiador y filósofo israelí Yuval Noah Hariri, en una entrevista concedida a The Telepgraph dijo que la IA es “la primera tecnología de la historia que crea historias”, ya que tiene la capacidad para elaborar textos, imágenes, videos e incluso música, a partir de ideas que les suministran los usuarios”. Además, agregó que “la nueva gene-ración de IA no se limita a difundir los contenidos que producen los humanos. Puede producir el contenido por sí misma”. Las voces de cautela no se han hecho esperar. Por ejemplo, en abril de 2023, más de mil líderes, filósofos, pensadores e investigadores de la tecnología a nivel mundial, con temor ante las posibles implicaciones de la IA, se unieron para redactar una carta, en la que pidieron frenar los acelerados avances en programas de IA, específica, pero no exclusivamente, la conocida como ChatGPT.
VELOCIDAD METEÓRICA Y si esta realidad no fuera suficientemente preocupante, la velocidad con la que esta tecnología produce contenido es meteórica, lo cual aumenta aún más su potencial y poder. Por ejemplo, para contestar a una pregunta, ChatGPT tardó un segundo (o menos) en responder que una computadora moderna y rápida puede procesar una división entre dos números de doce dígitos en cuestión de milisegundos o menos. Esto porque los procesadores tienen múltiples núcleos y realizan varias operaciones en paralelo. También me respondió que una persona, sin instrumentos de apoyo, puede tardar algunos minutos en realizar la misma operación. La diferencia entre algunos minutos y mili-segundos -o menos- es relativamente diminuta o enorme, dependiendo de las circunstancias. Para quienes somos usuarios de computadoras personales de manera cotidiana, esa diferencia nos parece enorme. Si una computadora tarda un minuto completo, en vez de milisegundos, en procesar una información que le solicitamos, nos estaremos quejando porque su respuesta es muy lerda. De esta manera, en relación con las computadoras, hemos asumido los milisegundos, dándolos por un hecho, sin mayores sor-presas. Pero, cuando la IA se comienza a democratizar y llega a nuestras manos, recuperamos el asombro por los milisegundos.
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