Silvia Chacón Ramírez, Eleonora Badilla Saxe, Karla Salguero Moya, Yalile Chan Jiménez, Movimiento Mauro Fernández Acuña
La infancia corresponde a la humanidad inicial de la sociedad. El cuidado y la atención adecuada de la niñez es de fundamental importancia ya que es la etapa en la que el cerebro se desarrolla rápidamente y se comienzan a establecer las conexiones de las redes neuronales. Estas redes, conocidas como la arquitectura cerebral, serán las que determinen en gran parte la capacidad de aprendizaje además del potencial del desarrollo físico, emocional y social de cada individuo. De igual forma en los primeros años en los que se origina el pensamiento creativo y la acción colaborativa y se desarrolla la empatía.
Particularmente, en la infancia temprana (0 a 3 años de edad), se establecen las estructuras sociales, emocionales y cognitivas para la vida en el siglo XXI. De tal manera, invertir en la atención, el cuidado y la educación de la niñez es priorizar en desarrollo humano y social. Es deber de la sociedad proteger a la niñez del país; velar porque se cumplan todos sus derechos y procurar su desarrollo sano y feliz.
La población infantil en Costa Rica (0-12 años) suma 846 760 infantes, lo que representa el 16,3% de la población total del país (INEC, 2024). Estos datos reflejan un decrecimiento en esta población en relación con el 2014, lo que abre oportunidades para mejorar la calidad del cuidado y educación que se les debe brindar.
Históricamente, vemos tres momentos en la atención a la primera infancia en Costa Rica.
- La Gota de Leche y los hospicios de la infancia
De acuerdo con Ana María Botey, una de las primeras iniciativas para la atención de la niñez en nuestro país la podemos encontrar en 1913 en “La Gota de Leche” una organización que procuraba mejorar las condiciones de alimentación de la infancia y las madres pobres en el tercer lustro del siglo XX, tiempo en el que había una alta mortalidad infantil. De igual forma, encontramos en esa época que existían instituciones para resguardar a niños y niñas en situación de vulnerabilidad, llamados hospicios de la infancia, inicialmente en San José (1887) y Cartago (1880).
También se fundó el Asilo de la Infancia (1905) que acogía a niños de servidoras domésticas durante las doce horas de trabajo diario y la Maternidad Carit (1903) donde las mujeres podían encontrar asistencia gratuita para el parto. Posteriormente se crearon hospicios de la infancia en otras provincias.
- Cien años de educación preescolar
La educación para la infancia temprana se empieza a organizar desde 1885 en el contexto de la reforma educativa, impulsada por don Mauro Fernández Acuña, quien decía que “Es en la educación preescolar que debe nacer el impulso que mueva al resto de la educación nacional”. Como parte de esta reforma, la Ley General de Educación Común (1885) incluye el establecimiento de Jardines de Infantes. El primero, público y oficial nace en 1924 hace exactamente 100 años: el Maternal Montessoriano, dirigido por Luisa González y María Isabel Carvajal.
Durante estos cien años la historia se ha encargado de colocar a la educación preescolar en el prestigioso primer nivel del sistema educativo, no por capricho ni casualidad, si no por el convencimiento fundamentado de que la atención integral de los niños y las niñas, da sustento al desarrollo de jóvenes y adultos.
- El programa de Centros de Educación y Nutrición: siempre la educación y la salud.
Debido a los altos índices de desnutrición, en 1950 el Estado suscribe convenio con UNICEF, para desarrollar un Programa de Alimentación Complementaria, dirigido al grupo más sensible nutricionalmente: niños y niñas de 0 a 7 años, madres embarazadas y madres en periodo de lactancia. Este programa sirvió de base para crear los Centros de Educación y Nutrición. En el entendido de que el desarrollo cognitivo no es solo un asunto de nutrición, se introdujo, en 1971, la educación preescolar en los CEN-CINAI, mediante convenio con el Ministerio de Educación Pública. En 1974 el programa adquiere figura de ley, mediante la cual se da cobertura a todo el país.
Para el 2025, nuestros buenos deseos para la infancia costarricense son:
- El reconocimiento explícito y efectivo, por parte del Estado y las familias de que la infancia determina el desarrollo de nuestra sociedad.
- La implementación de unos Derechos de la Infancia aparejados con Deberes hacia la Familia y la Patria, mediante normas y programas.
- El respeto al Derecho universal de crecer de manera saludable como base para la vida y el desarrollo integral, mediante el mejoramiento de los programas existentes.
- El desarrollo pleno desde la gestación, mediante la alimentación y cuidados para las madres embarazadas y lactantes, por parte del Estado y el ámbito laboral.
- Hogares con ambientes enriquecidos, con apoyos educativos que permitan una crianza saludable y feliz.
- La universalización de la educación preescolar. Que niños y niñas desde edades maternales puedan disfrutar del estímulo educativo que les permita desarrollarse de manera plena.
- Entornos lúdicos, felices, seguros y ambientalmente equilibrados: espacios urbanos y rurales donde jugar de manera amplia, con seguridad y libertad.
- Ambientes lecto-escritos por todas partes, (bibliotecas, estaciones, etc) que estimulen el desarrollo del lenguaje y las habilidades para la lecto escritura, desde edades tempranas, que permitan la comprensión del mundo y la participación cultural.
- En resumen, para nuestra infancia: ¡Una vida digna! Que contribuya en la formación de personas solidarias y sororas, ocupadas de aprender en comunidad, con valores propios de una sociedad que se interesa en el bienestar de su población.
Este debe ser un esfuerzo, en primer lugar del Estado, pero también de las familias y de las organizaciones no gubernamentales, y la población civil, porque todos las personas adultas somos responsables del desarrollo de la infancia.
Publicado en https://semanariouniversidad.com/opinion/buenos-deseos-para-la-infancia-en-el-2025/